Favor de explicar Colosenses 2:14 – La Verdad sobre la Ley y el Sábado
Colosenses 2:14–17 dice: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz; y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”
Este pasaje ha sido malinterpretado por muchos que afirman que el sábado semanal fue abolido en la cruz. Sin embargo, una lectura cuidadosa del texto, a la luz de toda la Escritura, revela que Pablo no habla de la Ley moral de los Diez Mandamientos, sino de las ordenanzas ceremoniales que apuntaban simbólicamente a Cristo y su sacrificio. Este estudio busca aclarar lo que realmente fue clavado en la cruz y por qué el sábado sigue siendo una bendición y un recordatorio eterno de la creación y la redención.
1. El contexto de Colosenses 2:14
La iglesia de Colosas enfrentaba influencias de enseñanzas humanas y tradiciones que mezclaban el evangelio con rituales judaicos y filosofías paganas. Pablo escribe para mostrar que en Cristo tenemos plenitud, perdón y libertad. Él no abole la Ley moral, sino las prescripciones rituales que habían cumplido su propósito.
El texto dice que Cristo “anuló el acta de los decretos que había contra nosotros”. La palabra griega usada aquí para “acta” es cheirógraphon, que se refiere a un documento escrito de puño y letra, una especie de nota de deuda. Esto representa el registro de nuestras transgresiones y las leyes ceremoniales que testificaban contra el pecador. En la cruz, Jesús canceló esa deuda, no la Ley de Dios.
La frase “decretos que había contra nosotros” alude a las ordenanzas del sistema levítico, los sacrificios, las ofrendas y los ritos que prefiguraban la redención. Estas ceremonias eran una sombra, una ilustración del verdadero sacrificio de Cristo. Cuando el Cordero de Dios murió, la sombra encontró su realidad.
2. ¿Qué fue abolido realmente?
Para entender qué fue abolido, debemos comparar la Ley escrita por Moisés con la Ley escrita por Dios mismo en piedra. En Deuteronomio 31:24–26 leemos que Moisés escribió la Ley en un libro y mandó ponerlo al lado del arca como testigo contra el pueblo. En cambio, las tablas del Decálogo fueron colocadas dentro del arca (Deuteronomio 10:2).
Esto muestra que existían dos leyes:
- La Ley moral, escrita por Dios, eterna, espiritual, y expresada en los Diez Mandamientos.
- La Ley ceremonial, escrita por Moisés, temporal y simbólica, apuntando al Mesías venidero.
Por tanto, lo que Cristo abolió no fue la Ley que define el pecado (“no matarás, no hurtarás, no cometerás adulterio”), sino las ordenanzas rituales que señalaban su obra redentora. Pablo mismo enseña en Romanos 7:12: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.”
3. La diferencia entre sombra y realidad
Pablo usa la palabra “sombra” para describir los ritos y ceremonias del antiguo pacto. Una sombra existe porque algo real proyecta su forma. Cuando llega la realidad, la sombra deja de tener propósito. Cristo es la realidad de todas las sombras del Antiguo Testamento.
Los sacrificios de animales, las fiestas judías y los días de reposo ceremoniales eran símbolos que apuntaban a Jesús. Por ejemplo:
- El cordero pascual representaba a Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
- Las ofrendas de cereal y bebida simbolizaban su entrega y provisión espiritual.
- Los días de luna nueva y fiestas anuales representaban los distintos aspectos de su ministerio redentor.
Por eso, después de su muerte, continuar practicando esas ceremonias sería una negación del sacrificio perfecto. Jesús cumplió lo que las sombras señalaban. Sin embargo, el sábado semanal no era una sombra del futuro, sino un monumento al pasado: la creación.
4. El sábado semanal: un monumento eterno
El cuarto mandamiento nos dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios...” (Éxodo 20:8–11).
Este mandamiento no fue dado como una figura profética, sino como un recordatorio de que Dios es el Creador. El sábado fue instituido en el Edén, antes del pecado, y santificado por Dios cuando reposó de toda su obra (Génesis 2:1–3).
El sábado no es una sombra de algo por venir, sino un recordatorio de algo que ya sucedió: la creación y la redención. Jesús mismo dijo: “El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado” (Marcos 2:27). No fue hecho solo para los judíos, sino para toda la humanidad.
5. ¿Por qué algunos confunden el sábado con los sábados ceremoniales?
En Colosenses 2:16, Pablo menciona “días de fiesta, luna nueva o días de reposo”. En el original griego, la palabra “reposo” está en plural (sábbata), refiriéndose a los sábados anuales del sistema levítico. Estos eran parte de las fiestas mencionadas en Levítico 23, como la Pascua, Pentecostés y la Expiación, que se celebraban además del sábado semanal.
La estructura de Colosenses 2:16 sigue el mismo orden que en Ezequiel 45:17 y Oseas 2:11, donde las ofrendas, lunas nuevas y sábados anuales se agrupan como elementos ceremoniales. Pablo, por tanto, no está anulando el mandamiento del sábado semanal, sino las observancias rituales que ya no tienen función tras la cruz.
Los “días de reposo” ceremoniales eran sombra de lo que había de venir, pero el sábado del cuarto mandamiento es una institución creada antes del pecado, al igual que el matrimonio. Ambas son bendiciones divinas permanentes.
6. Las ceremonias cesaron en el Calvario
Cuando Cristo murió, el velo del templo se rasgó en dos (Mateo 27:51), indicando que el sistema de sacrificios y ofrendas había terminado. Ya no era necesario ofrecer corderos ni realizar purificaciones rituales, porque el verdadero Cordero había sido inmolado.
El apóstol Pablo en 1 Corintios 5:7 declara: “Cristo, nuestra Pascua, ya fue sacrificado por nosotros.” Seguir observando las ceremonias después de la cruz sería negar la eficacia del sacrificio de Cristo. En cambio, guardar el sábado semanal es reconocer a Cristo como Creador y Redentor.
7. ¿Qué representa la cruz en relación con la Ley?
La cruz no destruye la Ley, sino que demuestra su inmutabilidad. Si la Ley pudiera ser cambiada o abolida, Cristo no habría tenido que morir. La cruz revela la gravedad del pecado y la perfección de la justicia divina. Jesús dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17).
Por tanto, la cruz nos enseña que la Ley permanece, pero las sombras que la acompañaban encontraron su fin en Cristo. Él no abolió la Ley moral, sino que nos dio poder para obedecerla mediante su gracia.
8. El equilibrio entre gracia y obediencia
La salvación no se obtiene por guardar la Ley, sino por la gracia de Dios en Cristo Jesús. Pero la gracia no elimina la obediencia; la transforma. Como dice Romanos 3:31: “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.”
El cristiano redimido guarda los mandamientos no para ser salvo, sino porque ha sido salvado. El sábado, entonces, se convierte en un símbolo de descanso espiritual en Cristo, recordando cada semana que nuestra redención fue completada en la cruz.
9. Una llamada a la fidelidad
Hoy más que nunca, el enemigo busca confundir a los hijos de Dios con enseñanzas que diluyen la verdad. Pero el llamado de Dios sigue siendo el mismo: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo.” Guardar el sábado es una expresión de amor y lealtad al Creador, no una carga legalista.
En un mundo que corre sin descanso, el sábado es una señal de esperanza, una pausa divina para recordar quiénes somos y quién es nuestro Dios. Es el día en que la familia se une, la mente se renueva y el alma encuentra reposo.
10. Conclusión: Clavado el sistema ceremonial, no la Ley moral
Colosenses 2:14 no enseña la abolición del sábado ni de los Diez Mandamientos. Enseña que las ordenanzas ceremoniales fueron clavadas en la cruz, porque su propósito simbólico fue cumplido en Cristo. Las sombras terminaron al aparecer la realidad.
El sábado, en cambio, sigue siendo un monumento eterno al poder creador y redentor de Dios. Es una bendición para toda la humanidad, un tiempo de comunión y adoración al Creador del cielo y la tierra. Quienes lo guardan por amor, reflejan el carácter de Aquel que dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Juan 14:15).
Que cada lector pueda comprender esta verdad gloriosa: Cristo abolió las ordenanzas que nos eran contrarias, no la Ley que refleja su carácter. La cruz no destruye la Ley, la confirma. Y el sábado, lejos de ser abolido, se eleva como un símbolo eterno del amor y fidelidad de Dios.
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