Los Diez Mandamientos: ¿Ocho, Nueve o Diez? La prueba final de la fidelidad a Dios
Introducción
La ley de Dios, expresada en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-17), es uno de los temas más debatidos dentro del cristianismo. No se trata solo de una cuestión teológica, sino de un asunto profético y espiritual que determina la lealtad del ser humano en el gran conflicto entre el bien y el mal.
El apóstol Santiago lo declaró sin rodeos:
“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2:10).
Este versículo nos recuerda que la obediencia parcial es, en realidad, desobediencia total. La fidelidad no se mide por escoger qué mandamientos nos parecen convenientes, sino por una entrega completa a la voluntad de Dios.
En la historia del cristianismo, las diferentes tradiciones han interpretado y practicado la ley de maneras distintas. Esto nos lleva a analizar tres posturas principales:
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Católicos – Ocho mandamientos
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Evangélicos – Nueve mandamientos
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El pueblo de Dios – Los diez mandamientos
A lo largo de este artículo, profundizaremos en la historia, la Biblia y la profecía para comprender por qué esta diferencia es mucho más que un simple número.
1. La ley de Dios: fundamento del gobierno divino
Antes de entrar en las diferencias, es vital recordar qué representan los Diez Mandamientos.
La Biblia declara que fueron escritos por el mismo dedo de Dios en tablas de piedra (Éx. 31:18). No son consejos temporales ni preceptos culturales, sino la expresión eterna de la voluntad de Dios.
Jesús mismo resumió la ley en dos grandes principios:
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Amar a Dios sobre todas las cosas (Mt. 22:37-38).
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Amar al prójimo como a uno mismo (Mt. 22:39-40).
De esta manera, los cuatro primeros mandamientos regulan nuestra relación con Dios, y los seis últimos regulan nuestra relación con los demás. Sin embargo, reducir la ley a simples principios no significa que los mandamientos específicos hayan perdido vigencia. Cristo dijo claramente:
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mt. 5:17).
Por tanto, la cuestión no es si debemos guardar la ley, sino cómo la guardamos y si lo hacemos de manera completa o parcial.
2. Católicos – Ocho mandamientos
2.1. La modificación en la tradición
La Iglesia Católica, desde los primeros siglos, realizó ciertos ajustes en la forma de enseñar los mandamientos en el catecismo.
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El segundo mandamiento original prohíbe hacer imágenes y adorarlas (Éx. 20:4-5). Este fue eliminado en la enseñanza catequética, ya que la iglesia aceptó el uso de imágenes y estatuas en el culto.
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Para mantener el número diez, el décimo mandamiento (“No codiciarás”) fue dividido en dos: uno prohibiendo codiciar la mujer del prójimo, y otro prohibiendo codiciar sus bienes.
De esta manera, aunque en la Biblia siguen siendo diez, en la práctica se enseñan solo ocho de manera íntegra.
2.2. Implicaciones espirituales
Esta modificación no es un detalle menor. El segundo mandamiento toca un punto crucial: la adoración verdadera frente a la adoración falsa.
Dios dijo:
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra… no te inclinarás a ellas, ni las honrarás” (Éx. 20:4-5).
La eliminación de este mandamiento abrió la puerta a la idolatría religiosa, práctica que la Biblia condena repetidamente (Dt. 27:15; Sal. 115:4-8; Apoc. 21:8).
En términos proféticos, esta distorsión encaja con la advertencia de Apocalipsis 13, donde se describe un sistema que impone la adoración a la “imagen de la bestia”.
3. Evangélicos – Nueve mandamientos
3.1. La aceptación del domingo
La mayoría de las iglesias evangélicas, a diferencia de la católica, rechazan la idolatría de imágenes. Sin embargo, han conservado otra tradición heredada del catolicismo: el cambio del sábado al domingo como día de reposo.
Aunque el cuarto mandamiento sigue diciendo claramente:
“Acuérdate del día de reposo para santificarlo… el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios” (Éx. 20:8-10),
la práctica común ha sido santificar el primer día de la semana.
3.2. El ejemplo de Cristo y los apóstoles
Jesús mismo guardó el sábado:
“Y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre” (Lc. 4:16).
Después de la resurrección, sus discípulos continuaron reuniéndose en sábado:
“Y salidos ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas” (Hch. 13:42-44).
No existe en el Nuevo Testamento ningún mandato que cambie el día de reposo al domingo. El cambio fue producto de la tradición eclesiástica, no de la Biblia.
3.3. Una obediencia incompleta
Así, aunque los evangélicos guardan nueve mandamientos, la omisión del cuarto muestra que la obediencia no es plena. Recordemos las palabras de Santiago: quebrantar uno equivale a quebrantar todos.
4. El pueblo de Dios – Los diez mandamientos
4.1. La descripción profética
El Apocalipsis presenta un cuadro claro del pueblo fiel en los últimos días:
“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12).
Este grupo no escoge qué mandamientos guardar, sino que obedece los diez en su totalidad.
4.2. Obediencia por amor, no por legalismo
Es importante subrayar que esta obediencia no es un esfuerzo humano por ganar salvación. La Biblia enseña que somos salvos por gracia mediante la fe (Ef. 2:8-9).
Sin embargo, la fe verdadera produce frutos de obediencia. Jesús dijo:
“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15).
El pueblo de Dios obedece porque ama a su Salvador, no para ser salvos, sino porque ya lo son.
4.3. El sello de Dios
Ellen G. White escribió:
“El sello de la ley de Dios se encuentra en el cuarto mandamiento. Solo este, de los diez, contiene el nombre y título del Legislador” (El Conflicto de los Siglos, p. 452).
El sábado, por lo tanto, es la señal distintiva de la autoridad divina y será el punto central del conflicto final.
5. El conflicto final: adoración y obediencia
El debate sobre los mandamientos no es un asunto meramente doctrinal. La Biblia revela que en los últimos días el gran conflicto se centrará en la adoración.
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Apocalipsis 13 describe al mundo adorando a la bestia y su imagen.
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Apocalipsis 14 presenta al pueblo fiel que adora al Creador guardando sus mandamientos.
El sábado, como recordatorio de la creación (Éx. 20:11), será la prueba decisiva de lealtad. Mientras muchos sigan las tradiciones humanas, el remanente será identificado por su fidelidad a los diez mandamientos.
6. Aplicaciones prácticas hoy
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Revisar nuestras creencias: ¿Estamos obedeciendo todos los mandamientos o solo los que nos resultan cómodos?
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Priorizar la Biblia sobre la tradición: La autoridad suprema no es la iglesia ni la cultura, sino la Palabra de Dios.
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Vivir la ley en amor: La obediencia no es una carga, sino un reflejo del amor a Cristo.
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Prepararse para el tiempo final: El conflicto sobre la adoración no es futuro distante; ya se está preparando en nuestras decisiones diarias.
Conclusión
La diferencia entre ocho, nueve o diez mandamientos no es un simple debate teológico. Es la esencia del conflicto cósmico entre Cristo y Satanás.
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La tradición católica eliminó un mandamiento esencial sobre la idolatría.
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El protestantismo evangélico ha descuidado el mandamiento del sábado.
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El pueblo fiel de Dios será reconocido porque guardará los diez mandamientos completos y tendrá la fe de Jesús.
En un mundo que se conforma con la tradición, Dios llama a un pueblo que se levante con fidelidad íntegra. Al final, la pregunta decisiva será: ¿Seguiremos a los hombres o seguiremos a Dios?
El desafío es claro:
“Temed a Dios y dadle gloria… y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7).
La fidelidad a los Diez Mandamientos, incluyendo el sábado del cuarto mandamiento, será el sello que distinguirá al pueblo de Dios en el tiempo del fin.

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