🕊️ Escuela Sabática – Domingo 28 de septiembre
Lección 1: Un Nuevo Moisés
Texto Base: “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés” (Josué 1:1).
🔹 Introducción: El final de una era, el comienzo de una nueva misión
El libro de Josué comienza con una frase cargada de historia, emoción y esperanza: “Después de la muerte de Moisés…”. Estas palabras marcan el cierre de una de las etapas más gloriosas de la historia del pueblo de Israel. Moisés había sido el libertador, legislador y guía del pueblo de Dios por cuarenta años. Fue el hombre que habló con Dios cara a cara, quien condujo a Israel desde la esclavitud en Egipto hasta las puertas de la Tierra Prometida.
Pero como toda obra humana, su liderazgo tenía un final. Moisés muere, y surge un nuevo líder: Josué, hijo de Nun, quien había sido su servidor, su ayudante fiel y su discípulo espiritual. Con la muerte de Moisés, muchos pudieron haber sentido temor o incertidumbre. ¿Qué sería del pueblo ahora? ¿Quién podría guiar a Israel como lo había hecho Moisés?
La respuesta vino del mismo cielo. Dios no dejó un vacío de liderazgo. Llamó a Josué y lo comisionó con autoridad divina, asegurándole Su presencia y Su respaldo. En Josué se manifiesta la continuidad del propósito de Dios: la promesa sigue viva, y la misión no se detiene. Aunque los siervos pasan, la obra de Dios continúa.
🔹 I. Moisés y Josué: dos líderes, un mismo propósito divino
El libro de Josué no es simplemente una historia de conquistas militares. Es el relato del cumplimiento de las promesas divinas dadas a Abraham, Isaac y Jacob. En él, Josué aparece como una figura paralela a Moisés, mostrando que Dios sigue obrando a través de hombres fieles.
Las similitudes entre ambos líderes son notables:
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Dios se les apareció y los llamó personalmente
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Moisés fue llamado en la zarza ardiente (Éxodo 3:2-4).
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Josué fue llamado cerca de Jericó, donde se le apareció el Príncipe del ejército de Jehová (Josué 5:13-15).
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Ambos recibieron la orden de quitarse el calzado como señal de reverencia ante la presencia divina (Éxodo 3:5; Josué 5:15).
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Dios les prometió estar con ellos.
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A Moisés le dijo: “Yo estaré contigo” (Éxodo 3:12).
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A Josué le aseguró: “Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé” (Josué 1:5).
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Ambos celebraron la Pascua, símbolo de la redención divina (Éxodo 12:21-23; Josué 5:10).
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Ambos cruzaron el agua milagrosamente.
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Moisés abrió el Mar Rojo (Éxodo 14:21-22).
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Josué cruzó el Jordán en seco (Josué 3:14-17).
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Ambos experimentaron la provisión divina.
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Moisés recibió el maná (Éxodo 16:4-5).
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Josué vio cesar el maná al entrar en Canaán, señal del cumplimiento (Josué 5:11-12).
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Ambos enviaron espías para reconocer la tierra.
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Moisés envió doce (Números 13:1-3).
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Josué envió dos a Jericó (Josué 2:1).
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Estas similitudes no son casuales. Revelan que el mismo Dios que levantó a Moisés estaba ahora dirigiendo a Josué. La misión era diferente, pero el propósito era el mismo: llevar al pueblo a la tierra prometida y cumplir la voluntad divina.
🔹 II. Josué: un líder forjado en la obediencia
Josué no fue un improvisado. Desde joven había mostrado fidelidad y coraje. Fue el asistente de Moisés, un observador silencioso de la obra divina, un soldado valiente que luchó contra Amalec (Éxodo 17:9-13) y uno de los dos espías que regresaron de Canaán con fe (Números 14:6-9). Su liderazgo no nació de la ambición, sino de la preparación espiritual y la obediencia.
Cuando Dios lo llama, Josué no recibe un nuevo plan ni una estrategia humana, sino una exhortación directa:
“Esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:6).
Estas palabras se repiten tres veces en el primer capítulo. Dios le recuerda que la clave de su éxito no estaría en su fuerza militar, sino en la fidelidad a la Palabra de Dios:
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él... porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).
La obediencia a la ley de Dios sería la base del liderazgo de Josué. De igual manera, los líderes espirituales de hoy deben fundar su autoridad no en el poder o la fama, sino en la sumisión total a la voluntad divina.
🔹 III. El verdadero protagonista: Dios
Aunque Josué es una figura importante, el libro que lleva su nombre no gira en torno a él, sino a Dios mismo. Es Dios quien abre el Jordán, derrumba las murallas de Jericó, detiene el sol y da la victoria a su pueblo. Josué solo es un instrumento en las manos del Todopoderoso.
Esto enseña una gran verdad: los líderes pasan, pero el propósito de Dios permanece. Moisés murió, pero la promesa continuó. Josué envejeció, pero la fidelidad divina siguió guiando a Israel.
👉 El plan de Dios nunca depende de un solo hombre, sino de Su soberanía y Su fidelidad.
En la Iglesia de hoy, esta verdad sigue vigente. Pastores, maestros y dirigentes son instrumentos temporales, pero el Señor es el verdadero guía de Su pueblo. Él levanta a unos, releva a otros, pero la obra del Reino no se detiene.
🔹 IV. La transición del liderazgo: del siervo al sucesor
El pasaje de Josué 1:1-9 muestra una transición ejemplar. No hay rivalidad, ambición ni lucha por el poder. Josué recibe su autoridad de Dios, pero también el legado espiritual de Moisés. Antes de morir, Moisés impuso sus manos sobre él (Deuteronomio 34:9), simbolizando la transmisión del Espíritu y de la misión.
Esta sucesión enseña cómo debe realizarse el cambio de liderazgo en el pueblo de Dios:
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Con humildad del que se va. Moisés no buscó perpetuarse en el poder.
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Con fidelidad del que llega. Josué no se rebeló ni se adelantó; esperó el momento divino.
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Con la guía del Espíritu Santo. No fue una elección humana, sino una dirección celestial.
El cristianismo necesita líderes con el espíritu de Josué: fieles, obedientes, sin deseo de protagonismo, guiados por la voz de Dios.
🔹 V. Lecciones espirituales para el creyente actual
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Dios sigue llamando a nuevos Josués.
Cada generación necesita hombres y mujeres que tomen el relevo espiritual, que continúen la misión de llevar al pueblo de Dios a la victoria de la fe.
En cada hogar, escuela e iglesia, Dios busca líderes que inspiren obediencia, valor y santidad. -
El éxito espiritual depende de la obediencia.
Josué fue prosperado no por su estrategia militar, sino por su obediencia constante a la Palabra. La fidelidad a la Biblia sigue siendo el camino de la verdadera prosperidad espiritual. -
Las promesas de Dios son seguras.
El mismo Dios que cumplió Su palabra con Israel sigue cumpliendo hoy. Él no cambia. Cada promesa del Señor en la Escritura tiene poder vigente para el creyente que confía y obedece. -
La fe vence el miedo.
Dios le dijo tres veces a Josué: “No temas”. En momentos de incertidumbre, Dios siempre anima a Sus hijos a mirar más allá de los obstáculos. La fe no ignora los problemas, pero confía en la fidelidad divina. -
Dios no abandona Su obra.
Moisés murió, pero la presencia de Dios permaneció. En nuestra vida también, las pérdidas o los cambios no significan el fin del plan divino. Su propósito se cumple, incluso cuando las circunstancias cambian.
🔹 VI. Josué como figura de Cristo
En el contexto teológico, muchos estudiosos ven en Josué una figura o tipo de Cristo. Su nombre en hebreo, Yehoshúa, significa “Jehová es salvación”, el mismo significado del nombre “Jesús”. Así como Josué guió al pueblo hacia la tierra prometida, Jesús conduce a los creyentes hacia la Canaán celestial.
Josué | Cristo |
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Guió al pueblo a Canaán | Guía a la humanidad a la salvación eterna |
Cruzó el Jordán | Venció la muerte y abrió el camino al cielo |
Derrotó enemigos terrenales | Venció al pecado, al diablo y a la muerte |
Dio descanso a Israel | Da descanso eterno a los redimidos |
Josué representa la victoria de la fe. Cristo es la victoria misma. El liderazgo de Josué apuntaba proféticamente al liderazgo supremo del Hijo de Dios, quien completó la redención y abrió la puerta de la vida eterna.
🔹 VII. Aplicación personal: “Esfuérzate y sé valiente”
El llamado que Dios hizo a Josué es también un llamado para nosotros hoy.
“Esfuérzate y sé valiente” (Josué 1:9) no es solo una exhortación a ser fuertes, sino una invitación a confiar plenamente en la presencia de Dios. La valentía espiritual nace de la fe, no del orgullo humano.
Dios nos pide que seamos valientes para:
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Defender la verdad en tiempos de confusión moral.
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Mantenernos firmes en medio de la tentación.
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Servir con amor cuando otros se cansan.
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Permanecer fieles cuando la fe es probada.
Así como Josué se levantó después de la muerte de Moisés, cada creyente está llamado a levantarse después de los momentos difíciles y seguir caminando en obediencia.
🔹 Conclusión: Un nuevo líder, el mismo Dios
La historia de Josué comienza con una pérdida, pero termina con victoria. Moisés murió, pero Dios siguió guiando. Josué no fue Moisés, pero fue fiel al mismo Dios. Esa es la enseñanza más profunda de esta lección: no importa quién dirija, mientras Dios esté al frente, la misión triunfará.
Hoy, la Iglesia de Cristo necesita un nuevo espíritu de Josué: hombres y mujeres con valor, obediencia, visión y fe.
Dios sigue levantando líderes que no buscan gloria personal, sino cumplir el propósito eterno.
El Señor nos llama también a cruzar nuestro propio “Jordán”: los desafíos, temores y pruebas que nos separan de la promesa. Si confiamos en Él, su presencia irá delante, abriendo camino y dando victoria.
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9).
Reflexión final:
Así como Dios levantó un nuevo Moisés para continuar Su obra, también hoy busca corazones dispuestos a servir. El liderazgo cristiano no termina con la vida de un hombre; continúa en aquellos que escuchan la voz de Dios y obedecen.
Que cada uno de nosotros sea un nuevo Josué en su hogar, su iglesia y su comunidad, guiando con fe, humildad y esperanza hacia la Canaán celestial.
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